El primer reporte de un paciente con alergia alimentaria fue hecho en China hace más de 4000 años.Por otra parte, Tito Lucrecio Caro (98-55 a. C.) escribió en uno de sus poemas: “Para lo que algunos es comida, para otros es veneno”, sugiriendo fuertemente que desde hace más de 2000 años ya se conocían las reacciones adversas a los alimentos.
La prevalencia de la alergia alimentaria se ha incrementado en las últimas tres décadas, afecta más a los países industrializados; además, es más frecuente durante los primeros años de vida, y afecta a un 8% de la población. Los alimentos más frecuentemente involucrados son la leche, el huevo, la soya, el cacahuate, el pescado, el trigo, los mariscos y los frutos secos.
En cuanto a la prevención de la alergia alimentaria, se ha establecido que la introducción temprana de ciertos alimentos disminuye el riesgo de esta. Se deben tomar en cuenta los efectos protectores de la lactancia materna, ya que está demostrado que una lactancia materna exclusiva por al menos tres a cuatro meses disminuye la incidencia acumulada de dermatitis atópica; sin embargo, en el caso de la alergia alimentaria no se ha podido demostrar un beneficio en la prevención de esta.
La alergia alimentaria comprende un gran espectro de síntomas que pueden involucrar la piel, el sistema gastrointestinal y el respiratorio y, en casos graves, pudieran afectar el sistema cardiovascular. Los síntomas dependerán del tipo de alergia alimentaria, la forma de responder del sistema inmune y el tipo de alimento que se consuma. Los síntomas se pueden dividir en inmediatos o tardíos, los inmediatos se presentan en las primeras dos horas de la ingesta del alimento y los tardíos posterior a la segunda hora y hasta 72 horas después.
Los síntomas más frecuentes son los siguientes:
- Cutáneos: urticaria generalizada, inflamación sin dolor, enrojecimiento de la piel, ronchas, entre otros.
- Gastrointestinales: vómito, cólico abdominal, dolor abdominal, diarrea, constipación,entre otros.
- Respiratorias: congestión nasal, estornudos, tos, entre otros.
Los síntomas mencionados pueden ser desencadenadospor contacto, inhalación o ingestión del alimento. Para el diagnóstico, el médico debe obtener una historia clínica minuciosa y complementarla con la exploración física exhaustiva. Un diagnóstico erróneo puede llevar a dietas de eliminación innecesarias con consecuencias en las condiciones del paciente. El diagnóstico se basa en la historia clínica y las pruebas de gabinete, entre las que se incluyen las pruebas cutáneas.