El asma es una enfermedad compleja que involucra diferentes factores genéticos y medioambientales. Sus tres características principales son inflamación crónica, obstrucción variable del flujo de aire e hiperreactividad de las vías aéreas. Sus manifestaciones clínicas varían en nivel de gravedad, pero comúnmente incluyen sibilancias, dificultad respiratoria y tos.
En México, la prevalencia de asma es de 5% a 10% (INER, 2014), llegando a 4,000 muertes al año por esta causa. Según datos de la Secretaría de Salud los niños conforman 58% de los casos reportados entre 2003 y 2013 y de ellos 22% están en edad escolar (5 a 14 años).
El asma alérgica constituye la forma más común de la enfermedad y se presenta principalmente en la infancia, con episodios de leves a graves y se asocia con otras enfermedades atópicas, incluyendo la rinitis y la dermatitis. Además, existen diferentes factores medioambientales que pueden ser importantes detonadores de la manifestación del asma. Entre ellos: las infecciones respiratorias virales; la sensibilización alérgica, como exposiciones a ambientes con niveles elevados de pólenes en la infancia; contaminantes ambientales como el humo de tabaco; y la presencia de determinadas bacterias en las vías aéreas de los recién nacidos.
Finalmente, la inmunoterapia alérgeno-específica o administración subcutánea o sublingual repetida de extractos de alérgenos particulares a pacientes con enfermedad de etiología alérgica ha mostrado ser efectiva en algunos tipos de asma alérgica. La inmunoterapia induce tolerancia inmunológica y es la única capaz de modificar el curso de la enfermedad.