Es importante procurar hacer aseo al menos cada tres días para evitar que el polvo se acumule
Una de las alergias más comunes es la del polvo. Este padecimiento se agrava en caso de no habitar un lugar limpio, donde el aseo no se procure al menos cada tres días.
La alergia al polvo puede prevenirse con sencillas acciones, como el sacudir y remover el polvo que naturalmente ingresa al espacio de convivencia mediante los zapatos, la ropa y el propio aire que corre libremente a través de las ventanas y puertas.
Con un poco de líquido desinfectante y un trapo húmedo, habrá que limpiar aquellas superficies estáticas, es decir, que casi no son manipuladas y son plataformas ideales para contener polvo, como pueden ser lo buros muebles de la recámara, descansos y patas de la sala, comedores y sillas, así como bases y espacios superiores de aparatos como la estufa, el televisor y repisas.
En este aspecto, el uso de los llamados plumeros no son tan recomendables, pues lo único que provocan es el dispersar el polvo hacia otros lugares.
Además de remover el polvo, otra buena opción es lavar la ropa de cama, como los edredones, sábanas, fundas, almohadas y cojines, pues de esta forma también se reducirá la posibilidad de contener ácaros, bichos muy pequeños que también generar alergia.
El barrer y trapear también serán acciones elementales que cotidianamente eliminarán el polvo del día, así como a remover las células muertas -como tipo escama- que naturalmente desprende el cuerpo.